según yo, el problema no es que haya más (o muchos) fans, el problema es que al haber más fans, tu fanatismo se vuelve uno más del montón y entonces pierdes un poco de esa originalidad que en realidad nunca has tenido pero te gusta presumir como si fuera real.
no importa cuantos discos tengas de la banda, o cuantas playeras te hayas comprado o cuantas veces los hayas visto, no puedes evitar que sean un fenómeno absolutamente generalizado, TODO el mundo les conoce por lo menos una canción, con la que cerraron, o alguna otra de esas famosas que tienen, y entonces ya todos son fans, te guste o no.
cuando vas al concierto estás esperando que nadie se sepa las canciones que te gustan a ti, que tu canción favorita sea la única que nadie más conoce o que el que está parado junto a ti no tenga idea de que es lo que hace ahí. solo así podrías sentirte superior y original, mejor.
escuché mi canción favorita dos veces; demasiado pronto para mi gusto; la gente todavía no se acomodaba y prestaban más atención a los empujones que ponían en peligro su equilibrio que a los tambores que tocaba el Dr House. Cuando las paredes se curvaban, nadie más cantaba y me sentí especial. es mi disco favorito y escuchar fragmentos en vivo realmente toca partes medio inaccesibles de mi persona.
un día antes del primer concierto, en el festival de toluca, había un montón de bandas de esas que me gustan mucho y de las que me hacen gritar y saltar de la emoción. no importaba quién estuviera en el escenario, yo saltaba y bailaba y gritaba y cantaba aunque no me supiera las canciones. en realidad así soy en casi todos los conciertos a los que voy. eso de estar tranquilo no es lo mío, ya casi todos lo saben.
pero entonces llegó el concierto del domingo. había en mi toda una mezcla de sentimientos que no estaba seguro de como manejar. para empezar, estaba bien desmadrado (físicamente) por tantas desveladas y tantas desmañanadas. estaba bien desmadrado porque la verdad es que no sabía que esperar. incertidumbre, emoción, miedo, esperanza, felicidad, apatía, así un montón de sensaciones que me daban vueltas adentro.
no todos los días ves a tu banda favorita en vivo
antes de empezar, la emoción empezó a crecer y a opacar a todas las demás sensaciones, no importaba que pasara, yo lo iba a disfrutar. pero al mismo tiempo algo pasaba que no sabría explicar. digamos que la euforia que sentía, en lugar de salir por cada poro, entraba más cada vez y se amontonó allá bien adentro, y sentía bien padre pero bien raro.
llegó there there y no pude ni quise evitar que mis ojos se humedecieran. canté, si, pero más para mi que para el concierto.
al día siguiente fue casi igual pero fue completamente diferente. llegó there there pero llegó muy rápido. legó the gloaming y se me hizo un nudo en la garganta. la luz y las cámaras y los focos y los leds y los guitarrazos y los instrumentos tan raros y los platos que giran.
aún después de los dos conciertos, yo seguía con esa sensación muy adentro de mi. era como un calorcito, como si se hubiera llenado algo que no sabía que podía llenar. nunca perdí la cabeza por ver a radiohead en vivo, y no creo que su sola presencia haya provocado algo en mi, pero escuchar esas notas que tantas veces he escuchado, y saber que hay otras 100 000 personas que las conocen y las disfrutan como tú, no sé, me llenó.
entendí que no se necesita ser fan, se necesita disfrutar las cosas y entender que hagas lo que hagas, no eres único y no eres especial.
que por más veces que los escuches, no serás mejor que los demás. que por más fuerte que cantes, empujes, saltes o te empedes, solo eres uno más dentro de esa gran masa que disfruta ver espectáculos de esa calidad.
los conciertos de radiohead me hicieron darme cuenta de muchas cosas. confirmé porque me gustan tanto. desperté de mi egocentrismo. aprendí a darme cuenta de que la música no es para mi, lo único que es mío es la interpretación que yo le doy a esas notas y a esas luces y a esas expresiones.
just 'cause you feel it doesn't mean its there