Hay veces que no puedes dejar de escuchar una cancion, que el tiempo se hace corto y el atardecer es mas bello, que el estress se reduce y se me olvida que el jefe me esta presionando, se me olvida que llevo mas de ocho horas en un techo inclinado, resobaloso y sin proteccion, se me olvida que ya estoy harto de todo y que llevo mas de tres semanas sin descansar, todo es perfecto y nada mas existe, la melodia se escurre entre mis oidos y esucho nota por nota mientras atraviesan mi cerebro y se convierten en la cancion mas hermosa, en la cancion que estaba esperando escuchar, los SIETE MINUTOS CON TREINTA Y DOS SEGUNDOS MAS INCREIBLES DE UN DOMINGO CUALQUIERA EN VANCOUVER.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario